miércoles, octubre 06, 2004

Que les pasa a los hombres???

Ellas se preguntan desconcertadas: "¿qué les pasa a los hombres?". Ellos retrucan diciendo "las mujeres no saben lo que quieren". Lo cierto es que hoy por hoy, el desencuentro entre los sexos es un hecho que a más de uno le impide sentirse pleno. Y es que a pesar de que los tiempos han cambiado, la soledad no elegida sigue siendo tan angustiante como siempre.

Pero cómo no van a existir cortocircuitos entre hombres y mujeres si las palabras de amor quedaron relegadas a un segundo plano, detrás de las exigencias y los reproches. Probablemente este sea uno de los síntomas de la época narcisista que estamos viviendo, pues como explica el sociólogo y psicoanalista Christofer Lasch, "la personalidad narcisista se siente consumida en sus propios deseos. Su apetito desbordado lo lleva a plantear exigencias desmedidas a sus amigos y a su pareja sexual, pero al mismo tiempo, rechaza que le impongan esta exigencias, y aspira a una relación provisional, sin promesas de permanencias por ninguna de las partes". Dicho esto, imaginar que un hombre y una mujer coincidan como para compartir una vida en común es, por lo menos, difícil.

No es novedad que la mujer ha conquistado nuevos espacios. El universo femenino dejó de limitarse a la maternidad y los quehaceres domésticos, pues la lucha de las féminas por hacer valer sus derechos ha dado sus frutos. Y los hombres no fueron ajenos a esta transformación. Los roles de ellos también fueron modificados ante el avance de las mujeres. Para dar un ejemplo, ya no les es exclusivo el rol de proveedor: en Capital Federal y Gran Buenos Aires, los hogares sostenidos por mujeres legan a un 25%.

Si bien muchos varones pudieron acomodarse y hasta festejan el nuevo modelo de mujer imperante, no son pocos los que se sienten desorientados. Algunos dicen que ya no saben qué es lo que esperan las mujeres de ellos. Otros afirman que sienten pánico, pues no están seguros de poder competir con una mujer que advierten como demasiado avasallante. En muchos casos, el cazador de alimentos, pero también de mujeres, se ha convertido en presa. En consecuencia, el modelo de seducción masculina que se basaba en la fuerza y la agresividad, en muchos casos quedó obsoleto. Y frente a este cambio muchos hombres se sienten descolocados. Más de uno no tiene reparos en afirmar que si es la mujer la que da el primer paso a la hora de la conquista se siente disminuido.

Lo cierto es que la relación se vive cada vez más como fuente de ansiedades, como un examen. Ellas, por su parte, también fluctúan en sus reclamos. Cuántas veces les piden a ellos ternura, pero cuántas otras se topan con un hombre tierno y lo subestiman porque les parece demasiado débil. Todos estos aspectos no hacen más que dar cuenta del cortocircuito existente entre hombres y mujeres. Y no ha de ser fácil conquistar el equilibrio, pues mientras ellas y ellos se sientan amenazados frente a la posibilidad del encuentro, mientras no se permitan bajar la guardia para vivir una sólida historia de amor, es improbable que se respeten como pares y se enriquezcan con sus diferencias.